Como te digo yo ahora que no me sale vivir sin ti. Te sonará a tópico pero me salvaste de caer en el abismo. Allí abajo, en lo más hondo, tu mano era lo único que podía ver y decidí agarrarme a ella por si tenía la suficiente fuerza para sacarme. Y me levantaste de un solo tirón. Con todas tus fuerzas y todas las ganas que yo conseguí ponerle.
Cuando ya pise tierra firme, me llevaste de tu mano al mundo más perfecto que pude imaginarme jamás. Era todo mi alrededor, pero cogida de tu mano todo se veía mucho más claro, más vivo.
Tus miradas me daban la alegría que otra persona me robaba antes, la tranquilidad que necesitaba. Y tus sonrisas eran el aire que entraba en mis pulmones y hacian que mi corazón latiese.
La mejor música era tu risa y la mejor imagen tu carita a primera hora de la mañana.
Tu pelo alborotado y tus manos torpes.
Nuestros minutos a solas, aunque fueran 'cinco tardes', fueron las mejores que he tenido nunca, te lo puedo jurar si tu quieres. Todas nuestras noches, dos, tres, o quinientas. Miradas, palabras, suspiros, canciones.
No supiste parar a tiempo. Yo tampoco. Y todo se nos fue de las manos. Te veía cada vez más lejos y las lágrimas caian más y más sin que yo pudiera hacer nada para evitarlo.
Y no sé por qué, ahora me siento vacia. Como si no tuviera nada a lo que agarrarme para no caer de nuevo en un abismo.
Después de todo no te culpo por haberme ilusionado. Algo no pasa si los dos no quieren. Y yo no estaba dispuesta a parar en la mitad aún sabiendo que el final sería el peor de todos.
Ahora solo quedan momentos en mi cabeza. Y la maldita esperanza de que vuelvas algún dia.
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