11.4.10

Quizá sea el fin.

Era la última noche en la que podía disfrutar de Marcos. La única noche para dormir junto a él, sin buscar nada más.
- Está bien, me quedo, pero en una hora vuelvo a mi habitación - le dijo Marcos.
- Vale...- contestó Elisabeth, ella se conformaba con estar con él al fin, después de tantos días ausentes.
Y es como si el tiempo no hubiera pasado. Como si todas las noches amargas, todos los momentos desaprovechados, todas las palabras no dichas, las miradas esquivas, las caricias no dadas, los abrazos que les faltaban... volvieran a retomarse.
Y es que Marcos volvía loca a Elisabeth, y él lo sabia. 
Pero mientras se abrazaban, se miraban... él se tuvo que ir para no correr riesgos de ser descubierto por los profesores, corrió y en cuanto pasó el umbral de la puerta, Elisabeth no pudo contener las lágrimas. Se echó en la cama, cansada de tanta gente... de que Marcos hiciera lo mismo con todas, de ser otra más, de no tener su momento... Y de repente, Elisabeth sintió a alguien tumbarse a su lado, en la cama. Giró la cabeza y lo vió ahi. Marcos.
-Pero, ¿qué te pasa Elisabeth?
-Nada...-susurró ella mientras se secaba rápidamente las lágrimas- de verdad, nada.
- Por nada no se llora, ¿sabes? - le dijo Marcos- va Elisabeth dímelo...
- Pues que estoy harta - soltó ella entre lágrimas- estoy harta de haberme imaginado el viaje perfecto estando las 24 horas del día contigo y que no haya sido así. Estoy harta de que haya tenido que ser la última noche para estar contigo a solas, y de que ahora tampoco pueda permitirme ese capricho. Y ahora si quieres, te vas.
- Me quedo.
-No Marcos, vete de verdad... no quiero que luego tengas problemas.
- Que no, que no. Que me quedo. Va, ven aquí...
Y la acurrucó en sus brazos, tumbados, en la felicidad más absoluta.
- Marcos...-le dijo Elisabeth al cabo de un rato, mientras estaba tumbada con la cabeza apoyada en el pecho de Marcos, escuchando su respiración y sus latidos.
- Dime Elisabeth. - le contestó el mientras mantenía el abrazo.
- No quiero que te vayas -le susurró- por favor...
- Sabes que me voy a ir, además es lo mejor...
- ¿Por qué? - la voz de Elisabeth se le empezaba a quebrar. "Joder, para una puta noche que consigo estar con él a solas... no quiero que se largue otra vez con tus amigos y me deje sola de nuevo" pensaba Elisabeth.
- Me sentiré mejor...- contestó Marcos.
-¿Por qué?- volvía a preguntar.
- Porque hoy hago un año y ocho meses con Julia...
Eso no se podía ocultar. El dolor, la rabia, la impotencia, las lágrimas que luchaban por salir y las ganas de tirar todo por la borda, de deshacer el abrazo que tanto trabajo le había costado a Elisabeth conseguir, o por otro lado, abrazarlo más fuerte para no dejarlo escapar. Opto por lo primero. Hundió su cabeza en el colchón, respiro hondo pero las lágrimas iban amontonandose en sus ojos. Se levantó de golpe, pero Marcos la cogió de un brazo. Elisabeth se retorció un poco hasta que logro deshacerlo y se fue al baño rápidamente. No podía seguir asi... no podía. Lloró desconsoladamente hasta que su amiga entró en el baño, la abrazó y la obligó a salir.
- No puedes quedarte aquí encerrada.- le dijo.


Elisabeth salió del baño, con la cabeza gacha, y se tumbó en la cama más alejada de la que se encontraba Marcos. Sus amigas se fueron. Y Marcos se acercó a Elisabeth...
-Tenemos que hablar.
-Está bien- contestó Elisabeth, total, ¿ya qué podía perder?
- Mira Elisabeth, yo nunca iba a imaginarme que esto te hiciera sufrir tanto. Yo no puedo verte así, ¿me entiendes verdad? Si yo hubiera sabido desde un principio que esto te iba a hacer llorar así, créeme que nunca hubiera empezado con esto.
Yo no puedo darte más ilusiones.
-No, no quiero. No quiero que nada cambie, ¿no lo entiendes? No quiero.
-Elisabeth tienes que olvidarme. Antes cuando nos hemos quedado solos me sentía como en una encerrona, ¿pretendías que pasara algo?
-Mira Marcos, yo no pretendía nada, ¿sabes? Yo solo quería pasar una noche contigo, como te prometí, y como las has pasado con otras.
-No es lo mismo. Sabes que no.
-Pues no iba a intentar nada, de verdad. Quizá esperaba que nos liáramos pero yo no iba a intentarlo.
- Sabes como soy, sabes que no engañaría a Julia por nada del mundo.
- Lo sé.
- Pues lo siento pero me he sentido así...
- Lo siento yo, por haberte hecho pasar un mal rato.
- Elisabeth... quedaremos como amigos. Te trataré como a otra amiga más.
- ¡No! - soltó Elisabeth desesperada. ¿Cómo podia hacerle esto? Ella... ella siempre se había sentido especial para el. Sabía que quizás, en algunos aspectos la trataba como a todas pero ya lo habían hablado. Lo suyo no era amistad. Era más que eso. Nunca se habían llamado amigos.
- Entonces, compañeros de clase...
-No...-susurraba ella, aún con la mirada baja.
- Simples conocidos.
-No, por favor...
- Elisabeth mírame por favor -le decía Marcos mientras sujetaba la barbilla de ella y le levantaba la cabeza, obligándola a mirarle a los ojos.
Si Elisabeth ya estaba mal por todo aquello, al ver los ojos tristes de Marcos sentía morir. Pero no le podía poner esto más difícil.
-Está bien, amigos.


Y se abrazaron. Y Elisabeth sentía que eso era el fin. El fin de todo lo que habían vivido. Silencio. Ya no quedaba nada. Nada que decir.












Hoy hago 50 entradas. Muchas gracias a todos los que me leen, un besito :)

1 comentario:

  1. que lindas palabras . . .
    que tristes palabras . . .
    que dulce/amargo silencio . . .

    un besito!

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