Se quedó en Roma.

¿Que por qué me enamoré de ti?
Porque me gustas entero. Desde tu pelo hasta tus pestañas.
Me gustan tus maneras. De reír, de caminar, de poner posturas imbéciles solo por hacer reír a los demás, (aunque me gustaba más cuando sólo te proponías hacérmelo a mí), tu manera de bailar, de moverte.
Me gusta el revoltijo de lunares que tienes en la parte de arriba de tu espalda. Todos arremolinados ahí luchando por estar en ti.
Me gusta la arruguita que se te forma al lado de los ojos cuando te ríes muy fuerte. Me encanta tu sonrisa... me quedaría observándola el resto de mis días. Mirando poco a poco cómo es que no te duele la cara de ser tan guapo.
Me gustan tus ojos, aunque ¿sabes?, son más bonitos por la noche. La luna debe estar tan enamorada de ellos que te regala su luz... por eso ella está cada día más apagada y tu mirada más bonita.
Me gustan tus manos. Tan grandes, tan protectoras y tan calientes siempre que me quedaría a vivir en ellas.
Adoro tu cuerpo, ¿sabes? Creo que complementa perfectamente al mío.
Me gustan tantas cosas de ti... como se te quedan esos vaqueros tan viejos, la carita que se te pone cuando estás tristón, tu letra, tu voz...
Y me gustaban también tantas cosas antes... cuando las tenía. Tus detalles conmigo, tus dedos recorriendo mi espalda lentamente y produciéndome sensaciones abrumadoras.
Los abrazos de oso que me regalabas.
Me encantaba llegar dormida a clase y que tu aroma me despertara y me metiera de inmediato en ese otro sueño.
Me encantaba cuando me mirabas tan fijamente que las palabras se me atascaban y me quedaba quieta escuchando a mi corazón latir locamente. Me gustaba cogerte de la mano y tirarnos así hasta que nos dábamos cuenta de que teníamos que volver al mundo. Me encantaban tus te quieros, y los besos que prometías darme, aunque no lo hicieras...
¿Pero sabes qué es lo que más me gustaba?
Que yo había hecho nacer un nuevo tú, el más feliz y el más especial que he visto nunca.
Pero ese "tú" se quedó en otro país, en otra ciudad, en otra cama...