No comprenden que mi hogar está entre sus brazos.

Me lanzó una mirada envenenada. Como hacían todas cuando se acercaba a mí y mis defensas decaían.

- No lo hagas más, no merece la pena - me espetó.

Me limité a bajar la mirada ya que las excusas no le valían. Porque claro, si el amor no va bien no merece la pena, ¿no?

Sé que me lo decían por mi bien pero casi nunca me apetecía escucharlas, porque la verdad duele. Duele muchísimo.

Quizá llego tarde, como siempre. No hay manera de encajar en su reloj. Y ellas muchas veces no me entienden.

Pero algun día se darán cuenta de que es lo único que me mantiene fija al suelo. 

Y al cielo.

(Castigada indefinidamente sin ordenador. Escribo desde el exilio, un muak a todos:)! intentaré volver prontito.)