Todavía me acuerdo del momento exacto en el que cogí esa hoja de papel azulada para empezar a escribir nuestros planes, uno a uno, lentamente y con buena letra. Y como cuando no sabías que hacer y de los nervios me hacías cosquillas en la tripa. Cuando nos mirábamos y las risas salían solas, así de simple, natural como el respirar.
Y después de tu indiferencia, de darme cuenta de que no hay peor espectáculo que la ignorancia en acción, me doy cuenta de que soy pura vulnerabilidad. Que todo me afecta aunque no merezca la pena, y de lo jodidamente cierta que es esa frase de: “no te das cuenta de lo que tienes hasta que lo pierdes”.
Me da pena que echemos por tierra todo esto. Porque si de algo me he dado cuenta en estos días, es que te he cogido un cariño que no entiende de espacio ni de tiempo y que no me hace falta amor para no querer perderte…
Tequilas, bailar salsa y un click.
Me encantaría darle al play y volver a aprendernos la estrofa de esa canción…
Ni toda la vida ni todo el agua del mar(…)
Que dura es la ignorancia y el ver pasar algo que te llena (o llenaba) de vida.
ResponderEliminarUn abrazo bien fuerte!
no aprovechamos lo qe tenemos¡! MUY CIERTO
ResponderEliminarme encanta el blog'