12.3.10

Noches que recordar.



Se abre la puerta, y te veo ahí, asomado, mi pequeño milagro particular.
-¡Buenas noches!- medio susurras para no armar ruido, mientras mis amigas giran la cabeza hacia mi. Como si estuvieran sincronizadas. Se oyen risitas de fondo. Enrojezco.
-Bueno... nosotras tenemos que irnos...¡hay fiesta en la habitación de al lado! -Y sin decir nada más, salen por patas.
Me miras, te miro, y empezamos a reírnos a la vez, carcajadas tensas. Te vas acercando mientras mi sonrisa desaparece. Me agarras de las manos y empieza a circular la electricidad que me produce el contacto de tu piel. Pumpumpumpumpum, cada vez mas rápido, y mi respiración... asusta. Tú en cambio, estás tan tranquilo como siempre.
Viendo que estoy sentada encima de la cama, te sientas a mi lado, y nos ponemos frente a frente.
Nos miramos en ese silencio tan perfecto, que solo vivo contigo. Cuando el silencio lo ha dicho todo, yo logro articular palabra.
-Esto... ¿te acuerdas de eso que me prometiste una noche que me dirías aquí, en Italia?
-Mm...¡claro! ¿quieres que te lo diga?
- Sí.
-Pero, susurrándotelo, como te prometí...
Poco a poco te acercas hacia mi boca, sonriendo. Mientras a mi se me queda esa cara de boba. Doblas la cabeza un poco hasta que tu boca roza mi oreja, estremezco.
-Te quiero comer.- y enseguida te apoderas de mi lóbulo derecho.
- Una pena que no se pueda - la voz se me quiebra hasta que sueltas mi lóbulo y te apartas un poco para mirarme.
-¿Por qué?
-Ya sabes por qué -suspiro exageradamente, como si no lo supieras.
-Me importa bastante poco, te lo repito, te quiero comer, aquí...y AHORA.
Y de golpe parece que de tanta rapidez que tiene mi pulso, se para. Como el tiempo. Como tu sonrisa picarona. De repente tus ojos se clavan en los míos, como nunca antes lo habían hecho. Ni con ternura, ni con nervios, no me están retando, me están DESEANDO.
Te acercas lento, muy lento. Tus ojos no se apartan de los míos ni un solo instante, los míos viajan de tus ojos a tu boca, y vuelta a tus ojos.
Me pierdo en la oscuridad de tus pupilas, o en la claridad de tus ojos miel, ya ni lo sé... tampoco me importa, porque en el momento exacto en el que tus labios rozan los míos, mis ojos se cierran con los tuyos.
Los escalofríos que habían recorrido antes mi cuerpo, se esfuman como el humo de un cigarro. Porque el deseo, las ganas, las infinitas ganas que tengo de besarte, van aumentando por segundos. Siento tus labios suaves, blandos, húmedos, nerviosos, pero también deseosos, hambrientos.
Y en ese mismo instante, me dan igual tu novia; mi mejor amigo; las veinte personas que estarán en la habitación de al lado, bebiendo, fumando, bailando, sin darse cuenta de que a través del tabique que da a la habitación de al lado dos cuerpos se buscan sin tregua; porque en ese cuarto, mis brazos rodean tu cuello mientras que tus manos se aferran a mi cintura, mientras te tumbas en la cama y me mantienes encima tuya, haciendo que tu calor y el mio se aferren, sin dejar hueco libre.
Tus besos hacen que mi respiración aumente de ritmo cada segundo, mientras tus manos suben por debajo de mi fina camiseta y mis manos acarician tu pelo, mientras mis dedos se pierden acariciándote y bajando por tu cara... De repente te apartas, y con la más completa y verdadera sinceridad, me miras y me susurras muy bajito:
- Te quiero.
Entonces es cuando mis ojos se abren de golpe, mi cuerpo de destensa, y mis lágrimas caen lentamente en mi almohada. Otra vez me volví a perder entre mis sueños y mis sábanas.

1 comentario:

  1. Habia leido historias y demases . . . pero esta en particular se llevó toda mi atencion!
    me fascinó . . . la sensacion misma de sentir todo y el como describes todo . . .

    Un besito!

    ResponderEliminar

Deja aquí lo que te han parecido mis locuras y pensamientos, me encanta que lo hagas. ¡Y GRACIAS!