¿Sabes qué es lo más triste de todo?

Que mi vida se está convirtiendo en la tuya. Que sigo tus pasos. Que mis sonrisas están conectadas a las tuyas por medio de un hilo llamado ilusión. Que la felicidad que consigo no es la verdadera si no lleva tu nombre. Que puedes irte mil kilómetros más al norte que en cuanto andes un centímetro de vuelta al sur ahí estaré yo. Que si cae una lágrima por tu mejilla yo lucharía por ser la que la secara con un beso. Que sueño cada día con que me des un abrazo como los de antes, esos que ahora no sé a quien le regalas. Que pego un salto cada vez que suena mi móvil cerrando los ojos fuerte para que seas tú. Que aún te miro y siento mil cosas a la vez. Que tengo que cruzar los brazos para controlar los impulsos de mi mano, para que no se agarre a la tuya, porque sé que no la soltaría nunca más. Que todavía todas las canciones me suenan a ti. Que no puedo olvidar el olor de tu colonia. Que puedo escribirte un mar lleno de letras que nunca más te molestarás por preguntarme si van para ti. Que vuelvo a escuchar tu voz y las lágrimas me salen solas de pura felicidad. Que si me miras, te miro, y me mueves(las)cejas como hacías siempre, y eso me confunde. Que después de todo lo que juramos, aún sigo sin disimular todo lo que te quiero y te necesito. Que lo prohibido me llama siempre, SIEMPRE, como si me gustara complicarme la vida cada vez más. Que como una imbécil sigo con la esperanza de que si alguna vez la abandonas vengas a buscarme, y lo que más gilipollas me hace, es que me dará igual si lo haces por interés.