Tu imagen ocupaba una pequeña esquina de la pantalla y sin embargo en mi cabeza y mi corazón lo hacía por completo.
Como cada noche, sonreías sin parar.
- Mira lo que me produces.
+¿Sonrisas?
- Felicidad.
Llevabas esa sonrisa puesta. La que como bien sabes y me hiciste saber a mí inmediatamente, solo y exclusivamente era yo la que podía dibujarla de manera permanente.
Aunque con el tiempo todo dibujo pierde color y luz...
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