Si algo he aprendido en este tiempo, es que nunca llegamos a conocer del todo a una persona. Ni a poder descifrar sus gestos o su comportamiento ni al cien por cien, ni como nosotros quisiéramos.
Siempre hay algo que se nos escapa. Y sin duda también hay veces que se nos escapan demasiadas cosas... y tenemos que echar mano de nuestra imaginación para resolver problemas que, simplemente, deberían dejarse zanjados y seguir con otra cosa. Y es que la imaginación, cuando se usa con demasiada frecuencia, juega muy malas pasadas, ayudada de la maldita esperanza, por supuesto...
Parece que se me ha agotado la paciencia y ahora reclamo cosas de las que no tengo el más mínimo derecho a exigir. ¿Verdad?
- ¿Qué escribir... cuando no sabes qué escribir?
- Quizá nada.
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