Lucha de gigantes.

Aún recuerdo cuando levantaba la mano y me rozaba la mejilla con su pulgar. A veces incluso me hacía sentir miedo... nadie me tocaba cómo lo hacía él. Nadie me miraba con la profundidad con la que lo hacía él.

Y ahora en cambio no me permito buscar esa felicidad en otras bocas, porque no puedo. Porque no me quiero imaginar el hecho de ser feliz con una persona que no sea él. Porque él era mi mundo, fue mi mundo durante semanas y ahora me están obligando a elegir...
Nunca nadie me ha hecho sentir esa explosión de júbilo dentro de mi pecho que me hacía experimentar él cuando su boca estaba a un suspiro de la mía.


Era capaz de sostenerme la mano y la mirada horas y horas. Yo trazaba circulos en su palma y parecía no molestarle porque no hacía más que sonreír.


Ahora toca a otras, mira a otras, coge otras manos, inventa nuevos piropos para decírselos a quién sabe quién y no lucha por mantener la imagen de príncipe disfrazado de capullo encima de sus hombros. 
Ahora es otro.