5.3.11

Para siempre, calor.

- Se acabó - dijo. Y seguidamente suspiró mientras cerraba los ojos.
- ¿Qué se ha acabado? - le pregunta él, curioso.
- La tormenta. Ya ha cesado. Ya no hay truenos, ni gotas cayendo con rabia, ni gente corriendo con paraguas, ni frío. Ya sólo hay rayos de sol filtrados entre las copas de los árboles.
- Te equivocas. En cualquier momento puede volver a tronar. Pueden aparecer las nubes, llenar todo el cielo, atrapar la luz y comenzar a despotricar lágrimas contra nosotros.
- Nada de eso. Estoy convencida. Ya sólo quedan gotas en el asfalto. Por el suelo de las calles. Gotas que finalmente se secarán y se irán con el viento... ¿No crees? - le pregunta ella, desafiante. Aunque no espera una respuesta.
- No estoy seguro de eso - le contesta él, finalmente. - sigo empeñado en que volverá el frío.
- Pues métete en tu paraguas, envuélvete en tu abrigo. Como haces siempre. - le responde. Le mira a los ojos... y se marcha.

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