28.1.10

Tu mano y mi mano.

Pero hoy todo cambió. Ayer te confesé lo que, creí, ya sabías. Pero parece que te pilló por sorpresa. Cuando me decías que no te lo tomabas en serio pensé que estabas de broma... pero parece que no.
Y hoy nada ha sido como estas últimas semanas. Has llegado y ni me has mirado. Has tirado sin ganas la mochila al suelo, te has sentado, y te has echado sobre la mesa. "¿Qué...?, ¿qué dije?..."
Y has estado toda la clase callado. Igual que yo. Simplemente te has dirigido a mí para pedirme un lápiz, pero sin hablarme, ni mirarme siquiera... He sentido incluso como la gente nos miraba extrañada. ¿Tú y yo callados? Eso era algo inimaginable en una clase de francés. En verdad, en cualquier clase. Creo que hasta los demás se han dado cuenta de eso que hay, o había, entre tú y yo...
Y te he visto triste. Serio. Disgustado. Pero nunca como hoy. Me dijeron que lloraste... Y la cabeza aún me da vueltas. ¿Es ella? ¿Te ha hecho daño?
Esa chica con la que llevas compartiendo casi dos años de tu vida, pero según me contaste, llevas pasando unas semanas horribles. Esa chica por la que, supongo, estas mal hoy.
Pero es demasiada coincidencia que fuera justo ayer cuando yo te confesé lo que sentía.
Y de repente, me vuelves a decir, como otros tantos días, que la vida es injusta. Pero no con tu voz, sino con tus dibujos. Te veo garabatear en tu mesa casi toda la clase, y, casi al final, señalas tu mesa, miro en ella y veo esto:


Y me preguntas si me gusta. Claro que me gusta. No sabes cuanto estoy de acuerdo contigo. Esta vida es un asco. Injusticias por todos lados.
Y parece que ya estas mejor. Parece incluso que a ratos giras la cabeza para mirarme. Y que, a veces me miras fijamente, serio.
Y casi al final de las clases, como excusa para devolverme la goma, me cojes de la mano... "¿qué es lo que me pasa?". El tiempo se para. La gente se borra. Mis latidos aumentan... como si fuera la primera vez que sujetas mi mano. Dicen que con una mirada se puede decir todo, pero ¿sabes? a mi me basta la fuerza de tu mano, y esas caricias que hacen que me sienta como todos estos días atrás. Me agarras la mano con fuerza, como si me llevaras extrañando años...
Tu mano y la mía, entrelazadas, me hacen sentir que volvemos a ese rincón que es nuestro secreto. Simplemente con ese gesto nos podemos gritar todo. En silencio.

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