Lucha de gigantes.

Hoy los recuerdos han vuelto a hacerme daño. Y es que en vez de pasar de largo como siempre, se han quedado un rato descansando en mi cabeza, dispuestos a joderme el día.
Me aburre esta monotomía, me cansa, me desgasta, me consume, me hace suspirar, (resoplar, mejor dicho) y me hace darme cuenta de que no servimos para querernos. De que de nada de lo que pusimos de nuestra parte hemos sacado frutos. Y sí, lo reconozco, me he estado engañando a mi misma desde que te alejaste de mí, desde que decidiste romper con eso que teníamos, desde que no puedo dormir bien ni una sola noche.
Me he engañado pensando que te retorcías todas las noches entre tus sábanas, luchando contra el impulso de coger el teléfono y marcar mi número. Me he mentido creyendo que cada vez que pasabas a mi lado te recorrían por todo el cuerpo unas ganas irrefrenables de abrazarme, o simplemente de rozar nuestros dedos y entrelazarlos por una milésima de segundo.
Y sí, pensarás que estoy loca, obsesionada, enchochada... pero créeme que eso lo he pensado cada día hasta que, ¡zas!, me he encontrado a la realidad de frente y me ha dado un par de tortas para despertarme, y han dolido más que cualquier (auto)mentira.
Y no sé que va a pasar ya... no me gusta pensar en el futuro, me agobia. El futuro me agobia y el pasado... el pasado me ata.
No sé que sientes, qué sentiste, ni siquiera sé lo que siento yo ahora mismo.
Ni siquiera sé si de verdad piensas que me ilusioné sola...joder, ¿cómo puedes decir eso? ¿Cómo se te ocurre que diciéndome esas cosas y comportándote así conmigo yo no querría volver a sentir las ganas de querer a alguien? ¿cómo eres capaz ahora de comportarte como si nunca nos hubieramos visto mientras que yo muero porque me mires? ¿Cómo? 

... 

Silencio