No querer que vuelvas pero, si lo haces, que prometas que será para quedarte.
La noche de ayer fue la segunda desde que sé que a la mañana siguiente no te veré.
Y la segunda noche en la que las lágrimas salieron a empujones de mis ojos. No podía dormir y encendí la música. Nunca más seremos dos, mil pedazos, a diez centímetros de ti, gracias, nadie como tú, when you say nothing at all, adiós...
Las canciones sonaban describiendo a la perfección cada sentimiento. Y los recuerdos pasaban por mi cabeza uno detrás de otro, desordenados. Recordé aquella vez que me sorprendiste por mi ventana. Y aquella vez que me cogiste de las manos y alargaste ese momento. También recordé tu sonrisa a escasos centímetros de la mía en tu escalera. Y tus marcas en mi piel. Pero sobre todo tus palabras. Y entonces me levanté de la cama dispuesta a asomarme a mi ventana y clavar los ojos en esa esquina hasta que aparecieras. Pero antes de asomarme a la ventana vi esa nota en mi mesa, y no pude evitar leerla. Una y otra vez.
Y las lágrimas no paraban de caer. Y yo no quería dormir. No podía sin escuchar tu voz. Jamás me acostumbraré a eso. Desde que escuché tu voz supe que la querría escuchar todas las noches de mi vida. Ahora lo único que sé con exactitud es que eres el único que puede calmar este llanto. Y que tengo miedo. Muchísimo miedo. A que a partir de hoy todas las noches sean así. A que siga buscando por qués entre tus recuerdos y siga sin encontrarlos.
Con ganas de todo y nada a la vez.
Me encanta tu historia [por muy dolorosa que sea para ti]
ResponderEliminarpero a mi me encanta . . . cada palabra que describes y la situacion exacta que te lleva a dibujar palabras tan . . . tan punzantes.
Un beso a la distancia
quizás algun dia, alguien pueda suavizar tanto dolor