30.7.10

Italia se fue sin nosotros, amor.

Llegué a imaginarme muchas cosas. Muchísimas. Demasiadas diría yo. Pensaba que si todo seguía su transcurso, acabaría por salirnos bien la jugada y acabaríamos ganando los dos.
Todo nos sonreía, nos ayudaba a seguir. Las promesas casi nos salían solas porque pensábamos que jamás iban a romperse. Que iba a ser fácil ser feliz.
Un simple viaje, donde tú serías mi acompañante. Donde una góndola nos llevaría por el Gran Canal. Donde el Coliseo se hiciera minúsculo a nuestro lado. Donde nunca nos llegaríamos a cansar de la pasta, y jugaríamos con ella al más puro estilo La Dama y el Vagabundo. Donde "Océano" de la Fontana di Trevi nos sonriera. Donde cada día fuera especial y único.
Pero hice todo mal.
Y tú te cansaste de mí. Y yo me alejaba. Y volvías. Y contigo el miedo. Y te volvías a alejar. Y así hasta que pusimos el punto y final.
Punto y final... me da terror ese signo de puntuación. Todo lo bueno debería quedarse en nuestras vidas. Debería permanecer, sedimentar. Persistir en alguna esquinita de nosotros.
Pero... 
Aún me vienen unos pinchazos en la barriga al recordar que ya se ha acabado la partida. Que no me quedan turnos para jugar.
Que la góndola se fue sin nosotros. El Coliseo temblaba ante el eco del silencio de nuestras palabras. La pasta se servía en plato frío, y s e p a r a d o. Y "Océano" ni siquiera nos mira.
Y los días eran una rutina desesperante. 
Y lo que más me duele. Jamás tendremos otra oportunidad así para seguir construyendo promesas.



1 comentario:

  1. Que bonito lo que escribiste, y que triste =(
    ¿Quién no ha soñado con ir con la persona a la que se quiere de viaje? Espero que no siempre se rompan las promesas como en ese texto y que al final visites Italia con alguien especial ;)

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